Descaro.

Noté su mirada clavada a mi espalda, cuando me gire sus ojos aleteabanbuscando mi boca, que jugosa se humedecía, intuyendo como el vuelo del deseoflotaba en el ambiente.

Sus pupilas se dirigían al valle que se abría solemnemente por la abertura de la camisa, su mirada desabrocho los botones que la cernían descubriendo un insinuante camino hacia mis pechos.

Bajo despacio, muy despacio hasta morar en mi cintura.

Allí...

Con el aliento entrecortado acomodo con descaro su elocuente mirada en mi boca.

No mediaron palabras, sin más abandono la cueva húmeda, para retornar su singladuray comenzar a recorrer mis piernas, como lo hace el viento entre las ramas.

Con una percepción firme y segura, dirigió un gemido sordo, subrayando al silencio y batiendo con él sus alas, escapando precipitadamente hacía la inevitable incuria de las sensaciones, que sus caricias no dadas le remitían.

Mis ojos extraviaban sus orbitas, mi corazón latía desbocado.

Un perlado rocío, humedecía mis sienes, mientras mi mente se encaracolabaentre los visillos que cubrían las ventanas, escapando al galope con mis emocionesen un frenesí de sentimientos encontrados, con el tropiezo de unos ojos que miraban con descaro.

Darilea